Las historias de época ofrecen innumerables lecciones morales. Esto no es diferente para las historias infantiles. Lo bueno y lo malo chocan en historias que están llenas de intriga, desafío, juicio y, por supuesto, la gran moraleja de que ser bueno siempre es recompensado es solo la guinda del pastel. Como dijo Tamás Vekerdy: «La moraleja de los cuentos le da al niño la fuerza para identificarse con las tendencias positivas del mundo, sin mencionar el hecho de que él, el principito en el que nadie creería, finalmente triunfará. Y esto es muy reconfortante».